Por Keysa Leger 9/05/2022
Los medios de
comunicación mantienen una relación tríadica (medios-corporaciones-gobierno).
Gracias a esta relación las grandes corporaciones han encontrado en los medios
su mejor aliado para vender productos nocivos para la salud. Sin embargo, la
publicidad trata de convencernos de que son productos necesarios para “vivir
mejor”.
Estos mecanismos
empleados vulneran la vida. Uno de los ejemplos más fehacientes es la promoción
del consumo de cigarrillos y los esfuerzos de la industria tabaquera para
vender su producto en detrimento de la salud. La Organización Panamericana de
la Salud realizó un estudio orientado al análisis de más de diez mil documentos
filtrados al público, donde se demostraba que, a pesar de los numerosos
estudios que vinculaban el consumo de cigarrillo al cáncer de pulmón,
las empresas tabaqueras iniciaron una intensa campaña para desmontar esa
evidencia científica, lo que implicó el soborno de investigadores que
desacreditaran los estudios científicos que vinculaban el humo del tabaco con
el cáncer.
Los medios de comunicación de masas al ser
actores esenciales en esta dinámica publicitaria contribuyen al deterioro de la
salud de la población, tratando de convertir a las personas en espectadores
pasivos y consumistas. Así como sucede con la industria tabacalera, también
sucede con la promoción de bebidas alcohólicas, la industria cosmética, la
industria pornográfica y la industria alimenticia, sobre todo aquella que
produce alimentos o chatarra.
Estos medios no solo
bombardean a los entes adultos, también lo hacen con la población infantil. La
televisión dirigida a los niños, que va acompañada de un alto contenidos
propagandístico de juguetes, ropa infantil y comida insalubre, trata de
convertir a los infantes en consumidores precoces. Esto aunado a la promoción
de valores y conductas poco saludables y, en muchos casos, violentas, configura
un atentado contra el futuro de la niñez.
En relación con la
industria farmacéutica, su relación con los medios no se limita a la promoción
de productos farmacéuticos, sino que actúan para crear matrices de opinión que
favorecen la introducción de un determinado medicamento o la promoción de una
determinada enfermedad.
El ejemplo más fehaciente
ocurrió con la reciente pandemia por el COVID-19. Durante todo ese tiempo, los
medios de comunicación ayudaron a crear un ambiente apocalíptico, de zozobra e
indefensión de la población, que obligó a los gobiernos y ministerio de salud a
realizar compras nerviosas de vacunas. Por tanto, el redimensionamiento
mediático de enfermedades y problemas de salud que logra impulsar la industria
farmacéutica en beneficio de sus intereses, también crean nuevas enfermedades y
patologías, para vender medicamentos.
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