Por Keysa Leger 28/03/2022
Los medios de
comunicación responden a intereses políticos y económicos de las grandes corporaciones
y centros de poder mundial. A través de su función propagandística, proponen/imponen
una agenda que construye un patrón de conductas, valores y creencias de lo que
ellos quieren que sea la sociedad. Queda así su función educativa soslayada a una
función dirigida a subordinar el pensamiento.
Estos medios construyen
un mensaje tan severo, que tiene el poder de “incrustarse” en las mentes de los
entes sociales y manipularlos. Cuando los medios se prestan para
adoctrinar a las masas, priorizan debilitar toda resistencia hasta lograr su
objetivo: la enajenación y atomización.
Para poder ejercer su
domino, los medios se aprovechan de la desinformación social. Mientras más desinformada está la sociedad, mayor influencia tienen los
medios sobre ella, porque todos somos bombardeados de la
misma forma, solo que una audiencia es más manipulable que otra; una audiencia
es pasiva y la otra activa.
El catedrático de la
teoría de la comunicación, Ignacio Ramonet, tenía razón cuando dijo: “se
domina mucho mejor si el dominado permanece inconsciente. La relación de
dominación no se basa únicamente en la supremacía de la fuerza: pasado el
tiempo de la conquista llega la hora del control de los espíritus”.
Por otro lado, los mass media forman parte
de la superestructura político-ideológica de la sociedad y utilizan ese
mecanismo para construir su hegemonía. Esta se debe al control que tienen sobre
la información que la audiencia necesita para conseguir sus objetivos, no al
aislamiento de los individuos por falta de socialización.
De la única manera que el mensaje
mediático-persuasivo no se incrusta en nuestro subconsciente es gracias a la
conciencia crítica. El análisis previo de todo lo que vemos y escuchamos por
estos medios, nos proporcionará las herramientas necesarias para repeler todo
ataque mediático.
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